Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.
Muchas veces a lo largo de nuestras vidas, cuando estamos mas cerca de la bendición que Dios tiene para nosotros, somos victimas del desanimo y olvidamos que Dios prometió no desampararnos nunca. A propósito, la únicas personas que se desaniman son aquellas que luchan por algo grande. El desanimo rara vez toca al corazón de la gente sin visión y sin metas, siendo el arma del enemigo para aquellos que saben lo que quieren.
En el libro de Josue, cuando el pueblo de Israel se preparaba para la conquista de Canaan, y entrar en la tierra prometida, Dios le promete a Josuè que nunca lo desamparará y requiere de él de dos virtudes indispensables, el esfuerzo y la valentía. Dios no ha cambiado hoy y requiere que sus hijos nos mantengamos en pie de lucha frente a las adversidades.
Esforzarse significa continuar hacia delante, es un paso más, la milla extra que debemos caminar antes de la victoria final. La gente que triunfa nunca mira atrás. La diferencia entre lo ordinario y lo extraordinario es el esfuerzo extra. Los hombres y mujeres de éxito son aquellos que hacen las cosas que la gente ordinaria no desea hacer.
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado, pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que esta delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses 3:13-14.
Ser valiente no significa ausencia de temor, todos los hombres hemos sentido miedo en algún momento. El valor es la capacidad para continuar a pesar de los temores. La mejor manera de ser valiente es enfrentar lo que tememos. Es mejor hacer las cosas con miedo que no hacerlas porque tememos. Dios no nos ha dado el espíritu de cobardía, sino de poder, amor, y dominio propio.
“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones, por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza.” Salmos 46:2
No desmayes. Desmayar significa perder las fuerzas. Es muy fácil desmayar cuando hacemos las cosas con nuestro brazo de carne. La mejor manera de evitar desmayar es hacer las cosas a la manera de Dios y en el tiempo de Dios.
“El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas: levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán.” Isaías 40:29-31.
Esfuérzate, se valiente y no desmayes. No le permitas al desanimo cortar en dos los grandes planes que Dios tiene con tu vida. El Señor ha prometido estar contigo para librarte. Los grandes propósitos conllevan a grandes batallas, las grandes batallas terminan en grandes victorias, y las grandes victorias cimentan nuestra fe a mayor profundidad. Cuando el desanimo toca a tu puerta simplemente no respondas, no le abras, y no le des entrada. Déjalo afuera de tu corazón.
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